El Club del Queso: un proyecto que está revolucionando el mundo de los sabores
La historia de El Club del Queso comenzó en un momento de incertidumbre global: la pandemia de 2020. Tres amigas ecuatorianas, María Augusta Naula Ch., Erika Bermeo y Ximena Jaramillo, unieron sus talentos para llevar a los hogares del país una experiencia culinaria sin precedentes. Inspiradas en la tradición de combinar quesos y vinos, con un toque local, crearon una propuesta única que capturó la esencia de la gastronomía ecuatoriana. Como explica María Augusta, “queríamos que la gente en su casa pudiera vivir la experiencia de combinar quesos con vinos, como lo hacíamos en nuestras reuniones, pero con productos locales y artesanales”. Así nació la semilla de lo que hoy es El Club del Queso.
Lo que comenzó como una simple aventura culinaria durante la pandemia, rápidamente se transformó en una pasión compartida. Aprovechando el auge de las entregas a domicilio, las tres socias lanzaron una suscripción mensual que incluía quesos artesanales, pan y productos locales seleccionados cuidadosamente. Cada caja no solo ofrecía una combinación exquisita de sabores, sino también una sugerencia de maridaje, brindando a los suscriptores una experiencia completa. “Desde el principio, la intención fue dar a conocer el gran potencial de los productos lácteos que producimos en el país, ayudando a los pequeños productores”, comenta María Augusta. En poco tiempo, El Club del Queso logró reunir casi 100 suscriptores a nivel nacional, demostrando el creciente interés por productos de alta calidad y el compromiso con los pequeños productores ecuatorianos.
La evolución de El Club del Queso en Cuenca
A pesar de los desafíos logísticos que implicaba operar durante la pandemia, el proyecto encontró gran aceptación entre la comunidad. Lo que inicialmente era un “pasatiempo” pronto se convirtió en una propuesta seria, y la demanda de un espacio físico comenzó a crecer. Los clientes querían un lugar donde pudieran disfrutar de los productos y compartir momentos con amigos y familiares.
Erika y María Augusta decidieron entonces abrir un pequeño local en el barrio Santa Anita de Cuenca, donde ofrecían degustaciones de quesos y pequeños platos en un espacio acogedor con cinco mesas. Lo que empezó como un rincón modesto, rápidamente se convirtió en un punto de referencia local. Tras dos años de éxito, El Club del Queso dio un gran salto: se mudaron a un nuevo local, con capacidad para 80 personas, una oferta gastronómica más amplia y una cava impresionante con más de 350 etiquetas de vino. Hoy, el club es un símbolo del crecimiento de la cultura gastronómica en Cuenca, consolidándose como un destino imperdible para los amantes del queso y el vino.
Desde sus inicios, la calidad ha sido la piedra angular de El Club del Queso. Las fundadoras han sido meticulosas en la selección de sus proveedores, eligiendo solo aquellos productos que cumplen con los más altos estándares. Aunque aún no producen sus propios quesos, los planes para hacerlo están en marcha, lo que representa un paso emocionante en la evolución del club.
Uno de los mayores atractivos de El Club del Queso es su enfoque en las catas de queso y vino. Estas experiencias sensoriales permiten a los clientes adentrarse en un análisis detallado de los productos. Primero, degustan los quesos y vinos por separado, explorando sus características únicas. Luego, descubren cómo los sabores se fusionan en elaboraciones culinarias, ampliando las posibilidades de maridaje. Además de vinos, los clientes también pueden experimentar combinaciones con destilados como ron, whisky o incluso chocolate, creando un viaje gastronómico memorable.
El Club del Queso se expande con visión y sostenibilidad
El futuro de El Club del Queso luce brillante. Con la mirada puesta en expandirse a otras ciudades como Quito y en la Costa, y con planes para producir sus propios quesos, Erika y María Augusta están listas para llevar su pasión al siguiente nivel. Su contribución al crecimiento de la industria quesera en Ecuador es notable, apoyando a productores locales y educando a una nueva generación de consumidores que valoran la calidad y el origen de los productos. “Queremos seguir creciendo, no solo para ofrecer nuestros propios quesos, sino para seguir siendo un referente en el apoyo a los productores locales”, afirman las socias.
En los próximos cinco años, se espera que la industria de quesos artesanales en Ecuador continúe en expansión, con más productores emergiendo y elevando los estándares de calidad. El Club del Queso seguirá siendo un referente, no solo por su compromiso con la excelencia, sino también por su dedicación a preservar y promover la riqueza gastronómica del país.
La sostenibilidad es otro pilar fundamental en el modelo de negocio de El Club del Queso. En el restaurante, el equipo de cocina y barra trabaja en conjunto para minimizar el desperdicio de alimentos, garantizando que cada producto sea utilizado al máximo. Además, la empresa se enfoca en colaborar con pequeños productores que comparten su compromiso con el cuidado del medio ambiente y el bienestar animal, asegurando que la cadena de valor sea respetuosa con las comunidades locales y sostenible a largo plazo.
El Club del Queso es mucho más que un espacio donde se disfrutan quesos y vinos. Es un movimiento que celebra la tradición, apoya la producción local y educa a los paladares ecuatorianos sobre la riqueza gastronómica que el país tiene para ofrecer.
Javier Ortiz
Soy ingeniero en telecomunicaciones y diseñador gráfico con más de 25 años de experiencia en el ámbito editorial y de desarrollo web. Mi formación abarca estudios en gastronomía, artes plásticas, Física y Tecnología de redes CISCO, lo que me ha permitido desarrollar una visión integral y multidisciplinaria en todos mis proyectos.
A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de desempeñarme en roles de Gerencia de Marketing y coordinación de publicaciones tanto en el ámbito académico como en el comercial. Mi pasión por la gastronomía y el turismo de Ecuador me ha llevado a coordinar múltiples proyectos digitales para su promoción, buscando siempre resaltar las maravillas culinarias y turísticas de nuestro país.
Además de mi trabajo editorial, soy un entusiasta de la tecnología blockchain y web3, áreas en las que continuamente me actualizo y busco integrar en mis proyectos. Como artista plástico, encuentro en el arte una forma de expresar mi creatividad y aportar una perspectiva única a cada uno de mis trabajos.
Actualmente, soy el director propietario de la agencia de publicidad digital Javier Ortiz Soluciones Digitales, donde lidero un equipo comprometido con la innovación y la excelencia en cada proyecto. En Buen Gusto Magazine, aplico toda mi experiencia y conocimientos para ofrecer contenido de alta calidad que refleje la riqueza gastronómica y cultural de Cuenca y Azuay.