Un primer día de sabores con el PressTrip “Cuenca: Destino Gastronómico”
Gracias al invaluable apoyo de la Fundación Municipal Turismo para Cuenca, liderada por su directora Lorena Guillén, nuestro primer día de aventura en el PressTrip comenzó con una energía contagiosa y altas expectativas.
En el histórico Parque de La Merced, nos reunimos con directivos de la fundación, periodistas, relacionistas públicos, fotógrafos y otros profesionales del sector. Fue un encuentro lleno de entusiasmo y propósito, donde comenzamos a forjar lazos con un objetivo compartido: difundir la riqueza gastronómica, cultural e histórica de Cuenca.
Lorena Guillén, con su visión clara y compromiso destacó la importancia de este proyecto como una plataforma para conectar a la ciudad con nuevas audiencias, visibilizando su identidad culinaria como un reflejo de su historia y tradiciones. Este primer día marcó el inicio de una experiencia transformadora para quienes participamos.
A continuación, te invitamos a explorar cada momento de esta fascinante ruta, paso a paso.
Más adelante, exploraremos a fondo cada lugar visitado con entrevistas exclusivas y te revelaremos todos los detalles que hicieron de esta experiencia algo verdaderamente único. Mientras tanto, te compartimos un resumen de lo que fue el emocionante primer día del PressTrip.
Un desayuno lleno de tradición en Warmikuna Cocina Taller
Nuestra primera parada fue en Warmikuna Cocina Taller, ubicado en Hermano Miguel 5-42 y Honorato Vásquez. Este espacio, fundado en 2008 por la chef Catalina Abad Rodas, es reconocido por su compromiso con la tradición, la innovación y la sostenibilidad. Warmikuna ha sido galardonado por su identidad cultural con el sello Cuenca, Capital Culinaria.
Catalina nos recibió con una sonrisa cálida y un entusiasmo que nos contagió a todos. Sobre la mesa, todo estaba listo para preparar un desayuno tradicional: el mote pillo. Antes de comenzar, Lorena Guillén, directora de la Fundación Municipal Turismo para Cuenca, nos dio una inspiradora bienvenida:
“La gastronomía es mucho más que comida; es un reflejo de quiénes somos. Promover espacios como este no solo preserva nuestras tradiciones, sino que posiciona a Cuenca como un destino imperdible para los amantes de la cultura y el buen comer.”
Guiados por Catalina, aprendimos cada detalle de la preparación: manteca de chancho, achiote, cebollín fresco, mote con cáscara, huevos, leche y un toque de sal y pimienta al gusto. Voluntarios entre el grupo, incluida Lorena, participaron en la elaboración mientras Catalina compartía historias y consejos prácticos: “El mote pillo no es solo una receta, es un legado que se pasa de generación en generación. Cada ingrediente cuenta una parte de nuestra historia.”
El proceso fue rápido y divertido, y en pocos minutos estábamos degustando un mote pillo perfecto, acompañado de ají casero y café caliente.
El Vado, un barrio que huele a pan
Nuestra aventura continuó en el emblemático Barrio El Vado, uno de los sectores más antiguos y tradicionales de Cuenca, conocido por sus raíces panaderas y su rica herencia cultural. Este histórico barrio, con sus calles empedradas y casas coloniales, nos ofreció un viaje en el tiempo hacia las costumbres y tradiciones que moldearon la vida diaria de los cuencanos.
Carlos Bacacela Coordinador de Cuenca Destino Gastronómico nos transportó a una época en la que El Vado era famoso por el aroma de pan recién horneado que inundaba sus calles al amanecer. A las 5:00 o 6:00 de la mañana, los hornos de las panaderías desprendían los exquisitos olores de las masas que se cocían.
El Vado también es conocido por sus vibrantes festividades, entre las más importantes destaca la Fiesta de la Cruz, celebrada en mayo, donde los vecinos se unen para adornar la cruz con flores y levantar un altar, en una tradición que se extiende por tres días.
Carlos también nos habló sobre el Camino del Inca, un vestigio histórico que se puede observar a lo largo de la Avenida Loja, cerca del barrio. También pasamos por lugares emblemáticos como El Prohibido, un espacio alternativo y artístico, y el monumento del Palo Encebado, que recuerda las festividades tradicionales en las que los vecinos competían por alcanzar la cima del poste resbaladizo para ganar premios.
Mercado 10 de Agosto, patrimonio gastronómico de Cuenca
Nuestra visita al Mercado 10 de Agosto, reconocido como Mercado Gastronómico por el Ministerio de Turismo, fue una parada que no podría faltar en este recorrido. Este lugar nos recibió con un festín de colores, aromas y texturas que capturaron nuestros sentidos desde el primer momento.
Mientras paseábamos por sus pasillos, descubrimos puestos llenos de frutas, verduras frescas, especias aromáticas y productos locales. Los comerciantes, con una calidez inigualable, nos ofrecían degustaciones y sonreían felices para ser fotografiados. Sus gestos amables y su genuina alegría hicieron que la experiencia fuera gastronómica pero también profundamente humana.
Entre los tantos sabores que probamos, disfrutamos del típico plato de hornado con mote y ají, un clásico ecuatoriano que destaca por su carne tierna y jugosa de cerdo, acompañada de mote, cuero crujiente, y ensalada fresca. Cada bocado fue un recordatorio de la rica conexión entre los productos de la tierra y las manos que los preparan con tanto cuidado.
Museo de las Culturas Aborígenes
Después de disfrutar del típico hornado con mote en el Mercado 10 de Agosto, nuestra siguiente parada nos llevó al Museo de las Culturas Aborígenes, un espacio para el arte y tradición. Ubicado en la Calle Larga 5-24, este museo nos llevó a un recorrido por más de 8,000 piezas arqueológicas que cuentan la historia de las culturas que moldearon el Ecuador precolombino.
Entre las vitrinas llenas de herramientas, cerámicas y artefactos rituales, una pieza destacó por encima de las demás: una figura antropomorfa enigmática que ha cautivado a visitantes de todo el mundo. Según Carmen Lucía Cordero, administradora del museo e hija del reconocido historiador Dr. Juan Cordero Íñiguez, esta figura es el ícono del museo. “Muchos vienen a Cuenca exclusivamente para verla. Su forma, su simbolismo y el misterio que transmite encantan a todos. Es como si esta pieza conectara directamente con algo profundo en nuestro ser,” nos explicó con orgullo.
Antes de partir, exploramos la tienda de artesanías del museo, un rincón lleno de obras creadas por artesanos locales. Aquí encontramos textiles, cerámicas, joyería y otros objetos que reflejan la tradición ecuatoriana. Cada pieza cuenta una historia, y muchos de nosotros no resistimos la tentación de llevarnos un recuerdo que simbolizara este viaje cultural.
Finalmente, el recorrido cerró con la degustación de una bebida tradicional a base de maracuyá, cuya textura cremosa y sabor tropical fueron el broche de oro para una experiencia que no solo nos educó, sino que también nos conectó profundamente con nuestras raíces.
El horno más grande de Cuenca está en el Complejo Patrimonial Todos Santos
Visitamos el Complejo Patrimonial Todos Santos, un lugar rodeado de historia, naturaleza y tradición. Desde el primer momento, nos recibió la cálida sonrisa de la Hermana Patricia Gualpa, directora del complejo, quien nos invitó a adentrarnos en este espacio lleno de significado y legado.
Iniciamos con la visita al Horno Madre de Cuenca, el horno de leña más antiguo de la ciudad, cuya historia se remonta a 1820. Allí, probamos el tradicional pan Rodilla de Cristo, recién salido del horno, acompañado de la deliciosa agua de pítimas. Su textura suave y el sabor único del pan nos transportaron a las tradiciones de antaño, mientras escuchábamos sobre la importancia de este horno en la historia culinaria de Cuenca.
Nuestro recorrido continuó hacía en el templo de Todos Santos, un lugar cargado de espiritualidad y belleza. Subimos a la torre, donde disfrutamos de una vista panorámica de 360 grados de la ciudad. Desde lo alto, pudimos contemplar la perfecta armonía entre la arquitectura colonial de Cuenca y el verde de las montañas que la rodean. Fue un momento mágico, de esos que te hacen detenerte y apreciar la grandeza del lugar.
Luego, la Hermana Patricia nos guio al Jardín Patrimonial Los Nogales, un rincón lleno de paz y vida, restaurado en 2011 gracias a la Fundación Conservarte Ecuador y el World Monument Fund. Aquí descubrimos árboles centenarios como nogales y cedros, algunos con más de 100 años de antigüedad, declarados patrimoniales en 2008. Entre los senderos, nos maravillamos con la presencia de aves como colibríes y aprendimos sobre la riqueza botánica del lugar.
En el huerto patrimonial, exploramos las plantas medicinales que han sido cultivadas por las religiosas Oblatas desde 1895. Cedrón, valeriana, hierba luisa y otras especies se utilizan para preparar la famosa agua de pítimas, una infusión de color rojizo y aroma inconfundible, que nos ofrecieron como parte de la experiencia. “Este es un espacio donde se aprende, se siente y se conecta con nuestras raíces más profundas,” expresó la Hermana Patricia con un entusiasmo contagioso que impregnó cada momento de nuestra visita.
El Complejo Patrimonial Todos Santos nos ofreció una experiencia que nos permitió sentir, degustar y vivir la esencia de Cuenca. Cada rincón, desde la torre hasta el horno, está cargado de historia y tradición, convirtiéndolo en un destino imperdible para quienes buscan conectar con el alma de esta ciudad.
Sabores tradicionales: almuerzo cuencano en el “Salón Tres Estrellas”
Era hora de almorzar y llegamos al emblemático Salón Tres Estrellas, un ícono de la cocina cuencana ubicado en la Calle Larga 1-174, entre Miguel Ángel Estrella y Jesús Arriaga. Este restaurante, bajo la dirección de Xavier Ríos, ha sido reconocido con el prestigioso sello Cuenca, Capital Culinaria, destacándose por su identidad cultural, tradición y excelencia gastronómica. Con décadas de historia, el Salón Tres Estrellas destaca por un profundo respeto a las raíces locales con un compromiso constante de preservar la esencia de la gastronomía cuencana.
Al ingresar, nos recibió la calidez de su equipo, encabezado por Xavier, quien compartió anécdotas sobre la historia del restaurante y cómo este se ha mantenido como un referente culinario en Cuenca a lo largo de los años. Su pasión por preservar los sabores auténticos de la región era evidente en cada detalle de la experiencia.
El almuerzo comenzó con un agua de horchata infusionada con un toque de licor, una bebida que abrió el apetito y preparó nuestros sentidos para el banquete que estaba por venir. El plato principal fue el tradicional cuy asado, acompañado de una selección de como: papas, habas, queso fresco, mote pillo y mote sucio, todos preparados con ingredientes locales y técnicas tradicionales.
La atención y el ambiente acogedor del Salón Tres Estrellas nos hicieron sentir como en casa, mientras degustábamos platos que no solo satisfacían el paladar, sino que también nos conectaban con las raíces más profundas de la tradición cuencana. Este restaurante no es solo un lugar para comer; es un viaje al alma de la gastronomía local y un homenaje vivo a la cultura de Cuenca.
Museo del Monasterio de las Conceptas, historia, tradición y sabor.
Después de un almuerzo exquisito en el Salón Tres Estrellas, un poco agotados pero entusiastas nos dirigimos al Museo del Monasterio de las Conceptas, ubicado en el centro de Cuenca en la calle Hermano Miguel 6-33 y Juan Jaramillo, Este espacio simbólico, alojado en el antiguo convento de las religiosas Conceptas, nos abrió sus puertas para explorar su combinación de historia, espiritualidad y tradición.
Fuimos recibidos con calidez por Cristina Borrero, quien nos guio a través de las diversas salas del museo. Cada rincón albergaba piezas únicas de arte sacro, desde pinturas y esculturas hasta objetos litúrgicos de los siglos XVI y XVII, que narraban la rica herencia religiosa de Cuenca. Además, conocimos las costumbres diarias del convento, con recreaciones de las celdas monásticas, la cocina y otros espacios que mostraban cómo vivían las religiosas Conceptas.
El recorrido no terminó allí. Nos deleitaron con la tradicional agua de pítimas, una infusión elaborada con hierbas medicinales cultivadas en los huertos del convento, acompañada de una deliciosa quesadilla, un dulce típico preparado con recetas ancestrales. Estos sabores únicos nos permitieron conectar con la esencia culinaria y cultural del lugar.
En esta visita también descubrimos una exquisita variedad de productos artesanales elaborados por las religiosas, disponibles tanto en la tienda del museo como en el torno del monasterio, ubicado en la calle Presidente Córdova. Entre los productos más destacados se encuentran el agua de pítimas, una bebida relajante preparada con hierbas medicinales; las tradicionales quesadillas, dulces esponjosos hechos con almidón de chira y queso; y los deliciosos turrones y galletas, elaborados a mano con ingredientes naturales.
Además, ofrecen productos únicos como el jarabe de rábano yodado, conocido por sus beneficios para las vías respiratorias; la gelatina de pichón, un suplemento nutritivo ancestral; y los vinos artesanales, como el vino de misa y el reconstituyente. Cada uno de estos artículos reflejan el rico legado cultural y espiritual que las religiosas han preservado durante siglos.
Llevarse uno de estos productos es mucho más que un recuerdo; es conectar con la tradición y apoyar la invaluable labor de conservación de este patrimonio vivo.
Degustación de chocolate fino en el Museo del Cacao
Durante nuestra ruta gastronómica, visitamos al Museo del Cacao, ubicado en la Calle Juan Jaramillo 6-26, entre Hermano Miguel y Borrero, fuimos recibidos por Johana Cruz, gestora del museo y recientemente galardonada con el sello Cuenca Capital Culinaria en la categoría de sostenibilidad. Con entusiasmo y conocimiento, Johana nos guio a través de la fascinante historia del cacao en Ecuador, destacando su importancia social, económica y cultural. “El cacao no es solo un producto; es un puente que conecta nuestra herencia con el futuro, y trabajamos para que su producción sea un modelo de sostenibilidad y calidad,” compartió Johana durante la visita.
La experiencia incluyó una cata de chocolates que nos llevó desde el intenso 100% cacao, acompañado de una taza de té para preparar el paladar, hasta variedades más suaves con menor porcentaje de cacao, cada una con perfiles de sabor únicos que reflejan la riqueza del producto ecuatoriano.
Johana explicó en detalle el proceso completo de producción del chocolate, desde la semilla hasta la tableta, resaltando cómo las prácticas sostenibles no solo garantizan la calidad del producto, sino que también protegen el entorno y a las comunidades agrícolas que lo cultivan.
Una cena en Mansión Matilde que cerró el primer día de PressTrip con broche de oro
El primer día de nuestra aventura concluyó en Mansión Matilde, una casa histórica que encarna el alma de Cuenca con su arquitectura patrimonial y su propuesta culinaria innovadora. Reconocida con el prestigioso sello de Cuenca, Capital Culinaria, en las categorías de innovación con identidad cultural, Mansión Matilde se ha convertido en un referente gastronómico de la ciudad.
La experiencia comenzó con el exquisito Tartar Tutti, seguido por el plato fuerte de la noche: la Panceta de la Mansión, servida sobre un mote sucio cremoso, acompañado de ingredientes que resaltaban los sabores tradicionales con un toque moderno. Para finalizar, el postre Reina Matilde, un delicado éclair con crema de vainilla, helado de moca y crema de ron, fue el broche de oro para una cena inolvidable.
Para sorpresa de todos los asistentes, el equipo de Mansión Matilde nos asombró con obsequios que fueron sorteados, añadiendo un aire festivo que fomentó la alegría y la camaradería entre todos. La velada fue una verdadera ovación de pie a la gastronomía, la historia y la hospitalidad cuencana, dejándonos recuerdos imborrables de un día ameno.
El primer día de nuestro PressTrip fue un redescubrimiento de nuestras raíces culturales, históricas y culinarias de Cuenca. Cada parada nos ofreció un espacio único hacia la identidad de la ciudad, desde el aroma del pan recién salido del horno en Todos Santos hasta el sabor profundo del chocolate en el Museo del Cacao.
En esta ruta exploramos historias vivas; caminamos por calles cargadas de tradición, compartimos risas alrededor de una mesa, y descubrimos el arte y la espiritualidad que dan forma al carácter de Cuenca. La hospitalidad de quienes nos recibieron, la pasión de los guías y chefs, y la autenticidad de cada experiencia nos hicieron sentir parte de algo más grande, una conexión cultural que solo se vive en esta ciudad.
Este día nos recordó que viajar no es solo desplazarse; es saborear, aprender y, sobre todo, sentir.
¡Gracias a la Fundación Municipal Turismo para Cuenca por hacer posible este recorrido!
Javier Ortiz
Soy ingeniero en telecomunicaciones y diseñador gráfico con más de 25 años de experiencia en el ámbito editorial y de desarrollo web. Mi formación abarca estudios en gastronomía, artes plásticas, Física y Tecnología de redes CISCO, lo que me ha permitido desarrollar una visión integral y multidisciplinaria en todos mis proyectos.
A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de desempeñarme en roles de Gerencia de Marketing y coordinación de publicaciones tanto en el ámbito académico como en el comercial. Mi pasión por la gastronomía y el turismo de Ecuador me ha llevado a coordinar múltiples proyectos digitales para su promoción, buscando siempre resaltar las maravillas culinarias y turísticas de nuestro país.
Además de mi trabajo editorial, soy un entusiasta de la tecnología blockchain y web3, áreas en las que continuamente me actualizo y busco integrar en mis proyectos. Como artista plástico, encuentro en el arte una forma de expresar mi creatividad y aportar una perspectiva única a cada uno de mis trabajos.
Actualmente, soy el director propietario de la agencia de publicidad digital Javier Ortiz Soluciones Digitales, donde lidero un equipo comprometido con la innovación y la excelencia en cada proyecto. En Buen Gusto Magazine, aplico toda mi experiencia y conocimientos para ofrecer contenido de alta calidad que refleje la riqueza gastronómica y cultural de Cuenca y Azuay.